Espacio entre Mundos

María Fernanda Carlos

December 10, 2020 / February 25, 2021

La Galería Rebelde, Guatemala City.

Ahí en el medio,
entre los que están por venir y los que ya se han ido,
entre la incertidumbre de lo que será y lo que fue,
entre el estar dormido y el estar despierto,
en ese espacio gris, suspendidos
entre líneas de tiempo,
entre dos caminos,
con un pie aquí
y el otro allá,
en el limbo,
ahí mismo, En tránsito.
migrando.
Territorio

desconocido.
Comienzo a cruzar
umbrales,

abro portales.

María Fernanda Carlos

«Los puentes son umbrales a otras realidades, símbolos arquetípicos, primitivos de la conciencia cambiante. Son pasajes, conductos y conectores que conotan la transición, el cruce de fronteras y las perspectivas cambiantes. Los puentes abarcan espacios que comunican entre mundos, espacios que llamo nepantla, una palabra náhuatl que significa tierra entre medio.

Las transformaciones ocurren en este espacio intermedio, un espacio inestable, impredecible, precario, siempre en transición, que carece de límites claros. Nepantla es tierra desconocida, y vivir en esta zona comunicante significa estar en un estado constante de desplazamiento, una sensación incómoda, incluso alarmante.

La mayoría de nosotros moramos en nepantla la mayor parte del tiempo y comienza a ser una especie de "hogar". Aunque este estado nos une a otras ideas, personas y mundos, nos sentimos amenazados por estas nuevas conexiones y el cambio que engendran».


Gloria Anzaldua

“Soy tierra, soy barro, soy sangre, soy rio.

Diosa creadora, manifestadora.”

Entre mundos, en medio, en tránsito.

Es posible estar en el medio,

en la frontera entre dos territorios, entre dos ideas,

dos experiencias, dos emociones,

dos dimensiones y dos realidades.

Se puede estar en el medio, en la incertidumbre, el vacío y la espera.

Esta es la gran revelación.

María Fernanda Carlos

Espacio entre mundos es la puesta en escena de una indagación sobre el cruce de umbrales y las posiciones intermedias entre territorios más o menos bien definidos, tanto en sus alcances espirituales, como en los geográficos y raciales, y que no podrían estar exentos de las recientes manifestaciones de fuerzas sociales por reafirmar tribus políticas, partidarias e identitarias. Es una indagación mixta de los acontecimientos más íntimos y los más distendidos socialmente.

La artista no sólo asumió el papel de “diosa creadora”[1], sino también de interventora sobre su propia creación. Como con la intrusión unilateral en el relato de Babel, ha roto la unidad de sus obras deshomogenizando los títulos, dispersándolos en español, inglés y náhuatl, logrando con ello una declaración de parcial exterioridad a la hispanidad y una respuesta al cuerpo de trabajo de Gloria E. Andalzúa, particularmente Borderlands/La frontera[2], un ensayo semiautobiográfico escrito intercaladamente en inglés y español y dedicado a las particularidades de la región geográfica entre Estados Unidos y México con alta susceptibilidad a la hibridación.

También se ha asumido como psicopompo[3], extendiendo su comprensión de la noción de espacio en medio desde los fenómenos geográficos hasta los relacionados con el tránsito entre la vida y la muerte, o más bien, entre el reino de los vivos y los que ya han dejado de serlo. Esto es ineludiblemente palpable con la instalación de fotografías de su recién nacida –con la que además desarrolló Territorios I y II- y de sus seres amados (humanos y animales) fallecidos simultáneamente a su primer embarazo, para los cuales cabe añadir –y uno podría intuir- que desempeñó un papel trascendental, literal y figuradamente.

Aunque a María Fernanda Carlos le ha sido posible hablar de estos fenómenos desde sus episodios meditativos –pues frecuenta estados de insomnio, entresueños y meditación-, desde su estatus de residencia –ya que nació en un país que apenas conoce-, desde su dificultosa interacción con múltiples lenguas escritas –ya que presenta algún grado de dislexia- y desde su reciente relación simultánea con el deceso de su padre y con la gestación de nueva vida, esto no puede confundirse con un ensayo autobiográfico. Lo que describe el esquema de Espacio entre mundos está sostenido por otro hilo: ese “espacio en el medio” al que alude con una y otra vez está dentro de la cultura; nosotros no desarrollamos allí nuestras vidas, sino que éste está dentro de nosotros.

Lejos de pretenderse un descubrimiento exclusivo –porque además no lo es-, ese reconocimiento envuelve un reclamo de ese espacio precariamente descrito, de esa “tierra desconocida”, como un espacio de acción en sí mismo que vale tanto como el resto entero del mundo.

Lejos está también –y quizás aún más lejos- de insinuar arrebato contra la delimitación de territorios geográficos, raciales, identitarios y ontológicos. El caso que hace la artista es el de una existencia, ya sea exánime o en vida, dentro, fuera y en medio de las categorías, y que, mediante el empleo concienzudo y ventajoso de designadores fijos, sirven para referenciar su posición relativa a éstas. Al fin de cuentas, una posición excéntrica sigue requiriendo de un centro para referenciar su situación.

Tomando prestado el ejemplo ilustrativo del que se valió algún filósofo que no me interesa recordar acá, el nombre “María Fernanda Carlos”, como designador, es el de una mujer mestiza, independientemente de si viva una vida larguísima o de si hubiese vivido apenas unos días, e incluso tras acabar su existencia biológica y social el día de su defunción. Y, aunque uno puede arriesgarse a decir que esto vale igualmente para “mexicana”, nos deja debatir si se podría decir lo mismo –y en qué medida- de “artista” o de cualquiera de los epítetos que se adjudica (“Diosa creadora”, “manifestadora”).[4]

Considerando todo esto, no nos puede sorprender demasiado que Espacio entre mundos sea una exhibición cambiante, inestable. Piezas que se montaron para su primera apertura del 10 de diciembre han sido recolocadas o removidas; otras obras se han producido como respuesta a la propia muestra, e incluso este texto ha sido incluido para su segunda apertura del 11 de enero sin mucha claridad sobre cuándo –o cómo- será sustituido o editado. De una u otra manera, la tarea inacabable por asignar con claridad el lugar de cada cosa que cruza muy visiblemente las obras Mutant –que le exige a su instalador o coleccionista admitir el abandono de la estabilidad la pieza- y Territorios I y II también cruza al ensayo expositivo.

Notas

[1] Carlos, María Fernanda. Texto de pared A, Espacio entre mundos, La Galería Rebelde, Ciudad de Guatemala, Guatemala.

[2] Andalzúa, Gloria E. Borderlands/La frontera: The new mestiza. San Francisco, California: Aunt Lute Books, (1987).

[3] Literalmente, un conductor de almas: “Ahí en el medio, entre los que están por venir y los que ya se han ido. […] Comienzo a cruzar umbrales, abro portales”. Carlos, María Fernanda. Texto de pared B, Espacio entre mundos, La Galería Rebelde, Ciudad de Guatemala, Guatemala. No he recurrido al ibíd. debido a que en el montaje no figura un único texto de pared, sino que se encuentran dos piezas escriturales de la artista que denomino A y B por simplicidad, una cita con función epigráfica adjudicada a Gloria E. Andalzúa y un fragmento de este texto como cuarto texto de pared.

[4] Carlos, María Fernanda. Texto de pared A.

María Fernanda Carlos (n. 1977, México) es una artista radicada en Ciudad de Guatemala con predilección por la pintura, la instalación, el dibujo y la fotografía. Su obra reciente está influenciada por conceptos centrales del pensamiento oriental, particularmente del Zen –motivada por su investigación y residencia artística en Tokio y Okayama–, y ha sido expuesta en muestras colectivas e individuales en Colombia, Costa Rica, El Salvador, Estados Unidos (Miami), Guatemala, Inglaterra, Japón, México, Nicaragua y Perú.

Texto por Carlos A. Segura (Operaciones, Costa Rica), escrito en el periodo entre el cierre temporal de la exposición y su reapertura tras el receso de diciembre.

This exhibition is the first solo show by Guatemalan artist Maria Fernanda Carlos. Presenting painting, textiles and installations, Carlos welcomes the spectator inside the process of the works. Showing videos of the process behind some of her paintings and creating a dialogue between what it means to create art, her meditative process and her relationship with her family, the artist creates a personal universe inside the gallery space.

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